En los pocos meses que estuvo abierto antes de que la pandemia cerrara sus puertas, Epilogue Books Chocolate Brews estuvo lleno de gente: clientes hojeando las estanterías, actos comunitarios celebrados en torno a las mesas del café, estudiantes que se agolpaban en la cafetería con portátiles y cafés con leche.
"Obviamente, hemos perdido ese truco", afirma Mason Hamberlin, comprador de libros y responsable de Epílogo.
Hamberlin afirmó que, aunque Epilogue ha cerrado sus puertas físicas, la empresa se está adaptando a los retos causados por la pandemia utilizando las redes sociales para mantenerse en contacto con la comunidad y haciendo muchas recogidas en la acera.