"A veces contamos una sola historia sobre las lavanderías y las familias que las utilizan", dice Niccolo Roditti, el director de horas de cuentos de Lavar y Aprender Durham. Pero el lunes pasado Niccolo tuvo una experiencia con dos familias que disipó un hilo narrativo común que dice que las familias de bajos ingresos no leen a sus hijos.
Cuando llegó a la Wash House en Fayetteville Street, Niccolo se sintió feliz al ver a un padre y una hija que no había conocido todavía. Él se les presentó e invitó a la niña de cinco años a dejar la película que miraba en el teléfono de su papá y unirse a él para leer y dibujar. Le dio una gran alegría que los dos, hija y Papá, aceptaron la invitación.
Era evidente inmediatamente que Papá ya estaba acostumbrado a trabajar con su hija con la lectura. Mientras Niccolo y la niña leían juntos, Papá le hacía preguntas y reflejó las estrategias de lectura dialógica que utilizaba Niccolo. Resultaba que la hija ya era una lectora excelente y ávida - aunque sólo había entrado en el kínder hace poco, podía leer el título del libro "I Love Myself" con muy poca ayuda. Las palabras "I" y "love" salieron fácilmente, y pronto descifró "myself" al dividir la palabra en dos que ya sabía: "my" y "self". Al platicar con Papá, Niccolo supo que trabaja en casa y se aprovecha con frecuencia de la oportunidad de leer con sus dos hijas. ¡Luego Niccolo aprendió que la hija también sabía deletrear bien! Cuando Niccolo la invitó a escoger libros del estante, se paró a la pizarra de imanes y deletreó "I love you Dad (Te quiero Papá)" con los imanes.
En ese momento llegó una segunda familia nueva: una mamá con un niño de la edad del kínder y una niña de un año. Pronto se hizo evidente que estos dos niños también tenían capacidades verbales excelentes, y Mamá compartió que tienen muchos libros en casa y ella se los lee todo el tiempo. Mientras los niños disfrutaban de la hora de cuentos, Papá fue al mercado vecino y compró snacks para todos que comían mientras leían, dibujaban, y hacían actividades de lectura.
"Esta hora de cuentos no sólo solidificó lo que los padres ya hacían en casa," explicó Niccolo, "sino que también creó un grupo comunitario allí mismo en la lavandería." Una de las metas muy importantes de Lavar y Aprender es el compromiso de los padres, y la hora de cuentos del lunes demostró el valor que tiene este programa al ofrecer una oportunidad para los padres ya comprometidos para conectarse entre sí y con Niccolo. A pesar de la narrativa común sobre las familias que utilizan las lavanderías, "cada familia es distinta, y nunca sabes qué esperar al entrar cada día", explicó Niccolo. "Lavar y Aprender definitivamente no es lo mismo para todos".