Por Luke Jackson, alumno de octavo curso y voluntario de Book Harvest
La semana pasada asistí a un programa organizado por la alcaldesa de Chapel Hill, Hemminger, en el que su nueva iniciativa, Alimentos para el Veranose celebró. Quiere alimentar a todos los niños de la zona de Chapel Hill/Carrboro que tienen derecho a almuerzos gratuitos o a precio reducido durante el curso escolar. Estos niños dependen principalmente de las calorías que obtienen de sus almuerzos escolares, por lo que muchos de ellos pasan mucha hambre durante el verano. En un esfuerzo por mantener a los niños alimentados, el alcalde Hemminger ha abierto 40 comedores en Chapel Hill/Carrboro donde los niños pueden ir a comer gratis todos los días de la semana. No necesitan ningún certificado, ni rellenar formularios largos y complicados; sólo tienen que presentarse en uno de los sitios. En las dos primeras semanas del programa se prepararon y entregaron a los niños 10.237 comidas. Ya se han registrado 1.200 horas de voluntariado para este programa desde que terminó el curso escolar.
Book Harvest tuvieron un papel especial en este "festival". Después de que los niños almorzaran, asistieran a unas breves charlas de los principales protagonistas del programa y presenciaran una asombrosa actuación de los Bouncing Bulldogs del Triángulo, quedaron libres. Entre las muchas actividades programadas para la tarde, la de elegir libros fue la que más entusiasmó a los niños.
Los niños llegaron en hordas. Algunos metían rápidamente unos cuantos libros en una bolsa y se marchaban, mientras que otros se quedaban un buen rato, sopesando cuidadosamente todas sus opciones. Incluso los niños que claramente habían adoptado una actitud de "demasiado guay para ir al colegio" rompían rápidamente su carácter para coger unos cuantos libros, e incluso uno o dos para sus hermanos pequeños. incluso uno o dos para sus hermanos pequeños. Un niño vino desesperado por un libro de Veo, veo, y se sintió decepcionado cuando no pudimos conseguirlo. Pero un poco más tarde, encontramos un libro de Veo-Veo en el fondo de una caja, así que lo encontré y se lo di. La cara de alegría que puso valió la pena el trabajo de escanear las caras de más de 100 niños para encontrarlo.
En general, el acto estuvo bien planificado, organizado y fue muy divertido. Me alegré mucho de participar en un programa tan especial. A los niños les encantaron los libros y estoy segura de que los disfrutarán durante mucho tiempo.