Por Abe Dunderdale, estudiante de Durham Academy y voluntario de Book Harvest

Mi libro favorito es El juego de Ender de Orson Scott Card. En él, seguimos a Ender Wiggin, un diagnosticado

genio, en sus aventuras por la Escuela de Batalla de la Flota Internacional, una escuela para niños con la intención de encontrar a los mejores y más brillantes comandantes militares del mundo. El viaje de Ender desde el niño más pequeño de su escuela primaria hasta el comandante militar más venerado de todos los tiempos está lleno de giros y vueltas, movimientos y contramovimientos, que cautivan al lector con asombro e incredulidad. El juego de Ender no sólo entretiene, sino que cambia nuestra forma de ver el mundo y de pensar en el liderazgo.

La primera vez que leí El juego de Ender cuando tenía 11 años y me enganchó de inmediato, no sólo por su trama trepidante y llena de acción, sino por el propio Ender. Ender ejemplifica lo que todo niño de 11 años aspira a ser. Es extremadamente inteligente, totalmente centrado y asombrosamente listo. Supera los retos que se le plantean, como la Sala de Batalla o el control de su propio ejército, con una calma impecable y reacciones rápidas como el rayo que no sólo le hacen simpático al lector, sino que nos maravillan por su confianza en sí mismo.

Cuando tenía 11 años envidiaba la serena y fría confianza de Ender, que le permitía superar dificultades imposibles con facilidad. Su capacidad para liderar no sólo con el ejemplo, sino también con una motivación calculada, moldeó mi propio desarrollo como líder. La capacidad de Ender para pensar pero también para actuar con decisión se ha convertido en algo crucial para mi carácter a medida que he ido creciendo. La obra maestra del personaje de Card ha influido en otros protagonistas como Katniss de Los juegos del hambre y Darrow de Red Rising pero para mí estas imitaciones, que son geniales a su manera, nunca serán lo mismo que el original. El juego de Ender ha inspirado y cambiado lo que soy hoy, y por eso es mi libro favorito.